Más allá de la tarea: impacto y aprendizaje en proyectos institucionales
- Alejandro Biguria

- 17 jul
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 5 ago
A lo largo de más de diez años de experiencia en TORUS, hemos participado en una amplia variedad de proyectos institucionales: desde iniciativas públicas, ONG, asociaciones civiles y comunidades organizadas. En todos ellos, el mayor reto ha sido, sin duda, establecer un punto de encuentro: un objetivo mínimo compartido que permita a todos los involucrados sentirse representados y comprometidos.
A través de algunos ejemplos que se detallan a continuación, se evidencia cómo el factor humano –más allá de presupuestos o diseños– es determinante en el éxito o fracaso de estos proyectos.

En 2011, TORUS se unió a otros miembros de la sociedad civil en una campaña nacional contra la desnutrición infantil en Guatemala. Conscientes de que más del 50% de la niñez guatemalteca padece desnutrición crónica, el objetivo era claro: actuar durante el período crítico de los primeros 1000 días de vida, desde la concepción hasta los dos años de edad.
Nuestro rol fue desarrollar La Casa de los Mil Días , un modelo físico y replicable de un centro de atención primaria preventiva enfocado en madres embarazadas. Este espacio proporcionó nutrientes esenciales como ácido fólico y capacitó en diez acciones concretas para prevenir la desnutrición. El primer prototipo se construyó frente al Palacio Nacional durante la Expo Nutrición. Gracias al apoyo de PRESANCA, pudimos replicarlo en dos aldeas de Honduras, dos de El Salvador y una de Guatemala.
Aunque el proyecto contó inicialmente con el apoyo de la Secretaría Presidencial de Seguridad Alimentaria y Nutricional (SESAN), su implementación nacional se vio obstaculizada por la burocracia. ¿La precisión y la claridad presupuestaria del modelo obstaculizaron su adopción institucional? ¿O simplemente el contexto político no era propicio para su desarrollo? Las respuestas siguen sin respuesta. Sin embargo, el modelo fue invitado a presentarse en la Universidad de Tufts como ejemplo de buenas prácticas en prevención de salud pública, y su enfoque de código abierto permitió su descarga y adaptación en países africanos y otras regiones del mundo.

En otra ocasión, nos invitaron a liderar la mesa de diseño del Centro Administrativo Estatal (CAE) , un proyecto patrocinado por ANADIE (Instituto Nacional de Estadística y Geografía). Este proyecto proponía la construcción de un complejo de oficinas públicas en un sitio históricamente sensible: la antigua estación de ferrocarril de la Ciudad de Guatemala. La intención de centralizar los servicios públicos en el Centro Cívico estaba bien fundada, pero se topó con la oposición de un sector que abogaba por restaurar el sitio a su uso original, sin intervención contemporánea.
El propósito de la charrette era establecer acuerdos mínimos para guiar la planificación territorial bajo criterios técnicos comunes. Si bien ambas posturas eran válidas, la falta de disposición de ciertos actores a negociar o integrar diferentes visiones impidió el progreso. El disenso informado es esencial para mejorar los proyectos públicos, pero observamos que, en muchos casos, el ego o las agendas personales se convierten en el mayor obstáculo para lograr soluciones colectivas de alto impacto.

Finalmente, para el proyecto de diseño interior del Instituto Nacional de la Marimba , ubicado en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, reunimos a un equipo de primer nivel en museología, acústica e iluminación. (Este monumento se considera la última obra inconclusa del Maestro Efraín Recinos). Desarrollamos un documento técnico exhaustivo para guiar la ejecución del contratista general. Sin embargo, la implementación adoleció de una mala selección de materiales y decisiones que ignoraron las especificaciones del estudio. Esto nos llevó a preguntarnos: ¿Es posible que un documento bien fundamentado resulte incomprensible para equipos sin la experiencia técnica necesaria? ¿O fue el presupuesto el factor determinante de la desviación en la calidad?
Conclusión:
Los proyectos institucionales enfrentan desafíos complejos, pero también poseen un inmenso potencial transformador. Cuando estos proyectos involucran al mejor talento, con sólidos criterios técnicos y sensibilidad cultural y social, su impacto puede ser profundo y duradero. Sin embargo, el éxito depende no solo del diseño, sino también de la capacidad colectiva de dialogar, comprometerse, integrar y ejecutar con rigor. Debemos reconocer que en todos estos proyectos en los que participamos, nuestra curva de aprendizaje aumentó exponencialmente.
En TORUS, creemos que elevar el nivel técnico y ético en los proyectos institucionales no solo mejora la calidad de los espacios públicos, sino que también fortalece la confianza social, genera aprendizaje colectivo y abre oportunidades para replicar buenas prácticas. Diseñar con ética y excelencia para el bien común no debería ser la excepción, sino la norma.






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